miércoles, 8 de diciembre de 2010

Direcciones

Colegio. El adiestramiento como una de las bellas artes.


martes, 7 de diciembre de 2010

Mi sentido estético, o lo que aún resta de él, nació con este cuadro.
Con inocencia. Sin jerarquía de ningun tipo. Sin mediación de ningún tipo.
Sin otro artificio que el silencio latiendo como un cuerpo dentro de mi cuerpo. 

Alabama


Siempre seré como en aquella fiesta. Se me romperá el tono, requebraran los pómulos y enjuiciara la frente pero nunca dejare de ser la de ese día, la que se vio (cometiendo el último de una serie de errores) dominada por la inmortalidad.

Media 1.72. Volvía de algún lugar oscuro, tutelado por mi adolescencia. Conocía varios fantasmas llegando al punto de no saber cómo llamarlos. Encontré una escusa más o menos tonta y aceptable para esconder bajo sillones ajenos mis holladas raíces. No era la suficientemente femenina para encantar: pero tenía el carácter melancólico suficiente para por unos segundos hipnotizar antes de desvanecerme del desprevenido cruce entre desconocidos. Decidida a olvidar una parte de mi nombre, deje de bautizarme con las palabras y adapte el sonido. Desojaba por mucho tiempo el tiempo mismo. Nunca lograba alcanzar la parte de mi reflejo circundada en el espejo por una mancha de humedad, que desteñía el vidrio en espectros de luces. Conocía varias caricaturas del cielo. Pero no conocía la soledad de los invitados al infierno más que como un leve murmullo, que estremecía el viento hasta dotarlo de cuerpo, y ese cuerpo, cristalizandose en una tormenta dentro de donde la calma se tensaba como las agujas de un inmóvil presentimiento.