viernes, 3 de junio de 2011

cursilerias viejas

Cursilerías viejas.

Hace mucho tiempo que me convertí en mi abuelo. Tengo 16 años, y sesenta canas, ochenta arrugas, 50 degradados de azul en una pizca del ojo. Una lista separando las sensaciones momentáneas (el frio, el peso, el viento, la herida, las mordidas, el calor, la vida) de las sensaciones de cola larga (el sol cayéndosenos encima, el miedo, la angustia, la costumbre a la vejez.) la que lleno cada vez que espero que otro tren pase, entre vísperas dispersas en mi cabeza. Cuento los colores como si se tratasen de piernas o brazos, cuento piernas y brazos como si se tratasen de colores. Dibujo, me apretujo en las esquinas, junto a la basura caliente. Elijo los autos y las personas al azar. A veces me equivoco, otras, acierto. No siento mi piel hasta que alguien me la señala, atrayéndola con los dedos. Nunca me enamore, pero tan joven, se dé fascinaciones: de la luz, las gotas rápidas y fugaces contra las baldosas, se de las necesidades, esas traviesas maniobras que manejan libremente el cuerpo a sus gustos. La necesidad de esperar. No espero que vuelvan mis 16 años, que son los que realmente tengo, se lo aseguro: sino míreme, a través de la apariencia: aun soy en cachorro hollado que cavaba pozos profundos para mirar el hueco donde se arrinconaba el pasado. Aun soy tan joven que puedo esperar, inclusive, al que se fue para siempre.

4 comentarios:

Romina dijo...

No tengo palabras para vos. Sos la genialidad en materia gris.

Anónimo dijo...

yo me siento un viejo de mierda con solo 17 años. pregunta. se puede hacer electricidad con un buso?

Ro dijo...

ahhhhhhhh roomii, que sorpresa: perp miren quien habla. Te extraño. Un dia tenemos que hacer algo loco, hippie y artistico.

jaja, anonimo, nunca se es demasiado joven o viejo para saberlo.
Y si, sobretodo, sin el. (acerca del buso)

kasjhdkjsad dijo...

Y, si.